¿Por qué la ansiedad puede ser útil?

La ansiedad suele tener mala fama, es más, estoy segura de que cuando piensas en ella se te revuelve algo por dentro. Se habla de ella como algo negativo, incómodo, incluso incapacitante. Sin embargo, lo cierto es que la ansiedad puede ser útil en muchas situaciones, aunque pensemos que no. La ansiedad es el resultado de la respuesta a nivel cognitivo, emocional y motórico. No sólo es completamente natural, sino que es de vital importancia ya que forma parte de nuestro sistema de alerta, y que tiene un objetivo claro: ayudarnos a sobrevivir y a adaptarnos mejor al entorno. En niveles moderados y bien gestionada, puede tener múltiples beneficios para la vida diaria, el desarrollo personal y la toma de decisiones.

En este artículo te cuento por qué la ansiedad puede ser útil y cómo puedes aprender a convivir con ella de forma sana.

La función natural de la ansiedad

Desde un punto de vista evolutivo, la ansiedad ha sido una aliada clave de los humanos. Gracias a ella, nuestros antepasados podían anticiparse a peligros, activar su cuerpo para huir o luchar, y reaccionar con más eficacia. Esta misma respuesta sigue presente en nosotros: cuando sentimos ansiedad, nuestro organismo se pone en estado de alerta, aumentan el ritmo cardíaco, la respiración y la tensión muscular. Todo se prepara para reaccionar.

Este mecanismo sigue siendo muy útil hoy en día, aunque los “peligros” hayan cambiado. Hay en muchas ocasiones en las que se nos puede activar la ansiedad: una entrevista de trabajo, un examen, una reunión importante o una conversación difícil, por ejemplo. Pero no todo va a ser malo. Si sabemos interpretarla, puede ayudarnos a estar más atentos, concentrados y preparados.

Ansiedad adaptativa vs. ansiedad desadaptativa

Ojo, la ansiedad no siempre se manifiesta de forma negativa. Existe una ansiedad adaptativa, que es la que aparece ante situaciones reales y justificadas, y que tiene una función útil. Por ejemplo, si tienes que hablar en público y sientes nervios, esa activación puede ayudarte a estar más despierto y mejorar tu rendimiento.

El problema aparece cuando la ansiedad es excesiva, constante, o se activa sin ningún motivo. En estos casos hablamos de una ansiedad desadaptativa, que puede interferir en tu vida y producirte un gran malestar. Aprender a diferenciar ambas es clave para no luchar contra la ansiedad útil, sino más bien aprovecharla a nuestro favor.

Beneficios de la ansiedad (bien canalizada)

Aunque no lo parezca, hay muchas formas en las que la ansiedad puede ser útil. Aquí te dejo algunas:

Mejora el rendimiento

Como ya te he comentado, un nivel moderado de ansiedad antes de un reto puede aumentar la motivación, el enfoque y la energía. Nos ayuda a prepararnos mejor y a estar más atentos a los detalles, lo que puede mejorar el resultado final.

Fomenta la planificación y la prevención

La ansiedad nos lleva a anticipar escenarios. Aunque a veces sea incómodo, nos permite prevenir errores, prepararnos con antelación y organizar mejor nuestras tareas. Por ejemplo, si te preocupa no llegar a tiempo, puede que salgas antes de casa para evitar ese estado de ansiedad. Esa es una forma en la que la ansiedad te protege.

Promueve el autoconocimiento

A veces hay que detenerse a escuchar la ansiedad. Te aseguro que si la escuchas, puedes aprender mucho sobre ti: qué te preocupa, qué valoras, qué necesitas cambiar. En ese sentido, es también una oportunidad para crecer y conocerte mejor.

Refuerza la resiliencia

Enfrentarte a situaciones que generan ansiedad y superarlas fortalece tu capacidad para gestionar el estrés en ocasiones futuras. Con el tiempo, eso mejora la confianza en uno mismo y aumenta la tolerancia a la incomodidad emocional, algo clave para una buena salud mental.

la ansiedad puede ser útil

¿Cómo puedes sacar provecho de la ansiedad?

Ya que no podemos eliminar la ansiedad para siempre (ni deberíamos), lo más útil es aprender a manejarla. Aquí te dejo algunas ideas para que empieces a aplicarlas:

Reconoce tus señales

Cada persona experimenta la ansiedad y le afecta de forma distinta. Tienes que aprender a identificar cuáles son tus señales físicas (tensión, sudoración, aceleración) y mentales (preocupación, pensamientos repetitivos), para poder actuar.

Háblate desde la autocompasión

Es decir, trata de ser amable contigo mismo sin juicios, reconociendo que el sufrimiento es parte de la experiencia humana. Validar tus propias sensaciones, aceptando lo que se siente con una actitud comprensiva. En lugar de autoexigirse o criticarse, busca de ofrecerte apoyo y consuelo, como lo harías con un ser querido. Puedes utilizar frases como “Sé que me está costando pero quiero intentarlo”, “Es algo difícil para mí, aunque para otras personas no lo sea, me centraré en mi propio proceso”, “Aunque el resultado no es el que esperaba, estoy esforzándome”.

Utiliza la respiración

La ansiedad activa el cuerpo. Por eso, técnicas como la respiración profunda, la relajación muscular o incluso salir a caminar pueden ayudarte a reducir sus efectos físicos y recuperar el control. Hacer mindfulness o actividades relacionadas también ayuda.

No la evites

Evitar todo aquello que te genera ansiedad solo hace que el miedo crezca porque no te enfrentas a ello. En cambio, si te expones de forma gradual a esas situaciones, tu cerebro aprende que no son tan horribles como pensabas.

¿Cuándo hay que pedir ayuda?

A veces no podemos solos, aunque queramos. Sí, la ansiedad puede ser útil en muchos contextos, pero si llega un momento en el que interfiere en tu vida diaria, te bloquea, te agota o te impide hacer cosas importantes, es fundamental que pidas ayuda. La ansiedad no tiene por qué tomarse como algo incontrolable. Con acompañamiento psicológico, se puede aprender a gestionarla y transformarla en una aliada, no en una enemiga.

El objetivo no es eliminarla, sino entenderla, escucharla y saber cuándo actuar. Al final, la ansiedad forma parte de lo que somos. Y si aprendemos a convivir con ella, podemos convertirla en una herramienta que nos impulsa, en lugar de un obstáculo que nos frena.

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